miércoles, 13 de octubre de 2010

Extinción

Y aguantar toda esta mierda, para que hoy esté trabajando y le hayan robado la merienda.
No dejaba de repetirse esa frase mientras continuaba intentando darle forma de bifaz a ese pedrusco que tenía delante.
Querían cazar un elefante, ¿Para qué? si total, últimamente los Sapiens no dejaban de robarles, y ellos no ponían remedio.
Estaba segura de que si no hacían nada al respecto los Sapiens acabarían con todos los Neanderthales de Eurasia, pero como siempre, la tomaban por loca. Además cazar elefantes costaba tanto. Primero encontrarles, luego llevarlos hasta la ciénaga, una vez allí hacer que entraran, y cuando estuviesen dentro, limitados y cansados, darles muerte. Eso si conseguías separar a alguno de la manada sin que el resto te matase. Y la de lanzas que se gastaban cada vez, con lo que costaban de hacer.
Seguía tan sumida en sus pensamientos y quehaceres que no se dió cuenta de lo que sucedía a su alrededor. Notó un fuerte golpe en la cabeza y un río de sangre asomó por la sien. A esto le siguieron los gritos, el dolor. La oscuridad.

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